lunes, 18 de mayo de 2009

LA SELVA EN LA GUERRA CON CHILE

LA SELVA EN LA GUERRA CON CHILE.

Distancias y aislamiento que entonces separaba a la selva del escenario de la guerra de conquista chilena contra Perú y Bolivia, declarada el 5 de abril de 1879, no melló en absoluto el espíritu patriótico de la población selvática. Al primer toque de clarines de guerra, numerosos jóvenes se vuelcan a las calles pidiendo incorporarse a las filas del ejército; mientras la población en general, en un gran despliegue de profundo sentimiento patriótico, no regatea con sus óbolos voluntarios, para la adquisición de armas y pertrechos.

En Tarapoto, el 20 de junio de 1 880, el gobernador del distrito, en atención a una nota oficial recibida de la subprefectura de Moyobamba, transcribiendo un oficio del Prefecto y Comandante General del Departamento, prepara y remite un contingente de 80 hombres destinados para la guerra con Chile.. El documento oficial decía: “Esta subprefectura ha recibido orden terminante del señor Prefecto y Comandante General del Departamento, para remitirlo inmediatamente 150 hombres que formarán el resto del contingente destinado a la guerra, quienes deben partir con destino a la Capital del Departamento, el día 25 del momento mes y en consecuencia ordeno a Ud. que tan pronto reciba esta comunicación, proceda a reunir el número de 80 hombres que toca suministrar 31 distrito de su mando con la mayor puntualidad”.

El 24 de setiembre de 1 879, en una gran cruzada en pro de la patria agredida, se logra recolectar 623 soles y 20 centavos, entre los pueblos de Tarapoto y Chazuta, para ser destinados al pago del empréstito que el país se había visto forzado a realizar para la defensa nacional. El llamado de la patria violentada y agredida, por un vecino ambicioso y expansionista, no tarda entonces en llegar tramontando elevadas cordilleras envueltas de grandes mantos de hielo. La Amazonia hasta entonces solamente se vinculaba con el resto del país, a través de largas, escabrosas y empinadas trochas que rompían las cordilleras por el lado sur, vía Ucayali - Pichis y por el norte Moyobamba - Chiclayo. La otra vía, era el Amazonas, Atlántico y Pacífico. Todas significaban muchas semanas y hasta meses de penosas travesías.

Chile desde hacían más de diez años venía preparándose para la guerra, mientras en el Perú, ajenos a esa realidad, políticos, caudillos y sectores de los mandos militares, se disputaban agriamente el poder político. El país, vivía en permanentes revueltas y alzamientos militares y civiles, trayendo consigo nuestra inestabilidad política y económica. Durante ese lapso, Chile se arma, adiestra y tecnifica su ejército. Adquiere una poderosísima flota marítima, formada principalmente por dos acorazados fabricados entre 1874 y 1875, con equipos de potente artillería y dos corbetas suficientemente dotadas de armas y tres cañoneras. Su poderío era tan grande, que, solamente un acorazado, tenía mayor capacidad de fuego, mayor a toda la que tenía junta nuestra marina. En la preparación de su ejército, habían puesto mayor interés en su artillería. Dotados de modernos cañones de campaña Krupp y Armstrong y también de piezas Gatling y Nordenfelt.

Mientras los cañones nuestros, habían sido anticuadamente diseñados y fabricados toscamente en las factorías de Lima, La infantería enemiga tenía armamentos uniformes y buenos. Modernos fusiles, principalmente Comblain; a diferencia a los del Perú que carecían de uniformidad y de armas de infantería. Predominaban ¡os fusiles Martini - Peabody. Bolivia, supuestamente nuestro aliado, tenía su infantería mucho peor. Arcaicos fusiles de pedernal y no más de 1 500 carabinas winchester. En caballería, el vecino del sur, poseía armamentos más homogéneos: sables y rifles winchester. En los nuestros había una diversidad, aunque predominaban rifles winchester.

Los chilenos hasta se habían provisto en sus mandos, no solamente de oficiales ingleses y alemanes, sino que a sus principales cuadros los habían enviado a recibir entrenamiento y formación en Europa; mientras en su país, habían organizado academias especializadas con instructores europeos, De ahí que entre sus mandos aparecen los apellidos Condeil, Cox, Christie, Edwards, Leighton, Linch, Macpherson, Prat, Rogers, Simpson, Smith, Somper, Stephens, Thomson, Walker, Warner, Williams, Wilson y Wood.

Los nuestros, solamente tenían entrenamientos adquiridos en las guerras y alzamientos internos. Marchaban al frente de batalla pobremente apertrechados y hasta mal vestidos. Ropas y zapatos parecidos a pobres limosneros. Las fuerzas bolivianas mucho peor. En su mayoría no levaban ni siquiera zapatos viejos. Los gobernantes, caudillos militares y civiles, andaban enfrascados en fratricidas revueltas. Unos, por conservar el poder o perpetuarse. Otros, por derribar al gobernante de turno. Pobre Perú. Pero, no todos fueron así. Hubo grandes personajes civiles y militares, que se sacrificaron con mucho patriotismo en las horas más aciagas de la patria: Grau, Bolognesi, Ugarte, entre ellos muchos loretanos también.

Los toques de cornetas, clarines y tambores de la patria, resonaron hasta los confines de los bosques amazónicos, convocando a sus hijos a defenderla. La patria estaba siendo ferozmente agredida, y herida. Por punas y por encima de las escarpadas cordilleras, tramontan voces de llamamiento, que ponen en alerta viril a sus juventudes. Hay un gran despertar patriótico en todos los sectores y edades. Aflora el pundonor y coraje guerrero de sus ancestros. De los que en la selva, por siglos resistieron y combatieron la invasión española.

En menos de tres meses de iniciada la guerra, tal vez, antes de otros departamentos más cercanos al escenario, desde Loreto capital Moyobamba, marcha sobre Lima, una primera columna volante de 140 jóvenes, comandados por el Sargento Mayor don Marcelino del Castillo, segundo jefe Sargento Mayor Ellas Albán y tercero, el de igual grado don Enrique Pardo. Entonces gobernaba el Perú, desde el 4 de agosto de 1876, el huanuqueño general Mariano Ignacio Prado y debería concluir su mandato en diciembre de 1879. Prado en medio de la guerra decide salir del país justificando que iba a comprar armamentos. Fue duramente cuestionada su inoportuna salida del país.

Mientras nuestros soldados morían en los campos de guerra y los chilenos inconteniblemente avanzaban hacia Lima; los caudillos seguían disputándose el poder. En medio de la tormenta, en diciembre de aquel año, asume el poder el general Luis de La Puerta. Sin embargo, el 27 del mismo mes, es obligado a dimitir y asume la presidencia el camanejo Nicolás de Piérola. Su mandato se prolonga hasta el 15 de enero de 1881 y es reemplazado por el arequipeño doctor Francisco García Calderón, que asume el 11 de marzo y deja el poder el 6 de noviembre del mismo año, cuando es apresado y deportado a Chile. En su reemplazo asciende al poder, el piurano, Contralmirante Lizardo Montero, cuyo mandato concluye el 9 de Octubre de 1883.

En tanto eso ocurría, la primera columna selvática “Guardia de Honor” llegaba a Lima, después de 1 500 kilómetros de caminata. Habían transcurrido tres meses de iniciada la guerra. Se integran a uno de los batallones que se preparaba para salir al frente de las operaciones bélicas. En esos intermedios, la columna “charapa”, Guardia de Honor, el 21 de diciembre de 1879, en la calle Trapitos y Plaza de la Inquisición - Bolívar - tiene el honor de intervenir en el develamiento de un nuevo intento de golpe contra el gobierno legalmente constituido. Peleando allí, entre peruanos, mueren varios de nuestros soldados loretanos. En mayo de 1880, con el nombre de Batallón Cazadores de Piérola, sale otro contingente de 600 hombres.

El 26 de mayo de 1880, en Moyobamba, el Prefecto y Comandante General de Loreto, don David Arévalo Villacis, hace público un documento dirigido a la población sanmartinense que decía:

Atendiendo: 1.- A que la provincia de Moyobamba, ha contribuido con el contingente de hombres que se le ha designado para la formación del Batallón Cazadores de Piérola No.2, por cuyo motivo merece las consideraciones y gratitud de esta Prefectura y Comandancia General. 2.- Que habiendo marchado ya el expresado batallón, ha desaparecido la causa de los infundados temores que alejó a muchos de sus hogares.

DECLARO: Que todo los hijos de esta provincia, que permanecen aún ocultos, pueden regresar al seno de sus familiares y dedicarse libremente a sus ocupaciones ordinarias, con la seguridad de que no serán enrolados en el ejército activo, salvo el caso, de que las emergencias de la guerra, en que se encuentra empeñada la república, exijan un nuevo sacrificio a esta Provincia. El Subprefecto del cercado queda encargado de hacer publicar por bando, esta declaración, en los pueblos de su mando, para que llegue a conocimiento de todos los habitantes de ellos. Moyobamba Mayo 26 de 1880. Firmado David Arévalo Villacis”

Cuando el Batallón Cazadores de Piérola, llega a Chiclayo comandado por el coronel provisional Daniel Bardales Arévalo, segundo jefe, teniente coronel, Doroteo Arévalo Villacis y tercero, sargento mayor Otoniel Melena, no encuentran nave que los trasladara a Lima, por lo que se ven obligados a continuar a pie el recorrido. Por todo el litoral de los departamentos de La Libertad, Ancash y Lima. El Perú, para eso, ya había perdido toda su escuadra. En Lima, integrados al batallón comandado por el coronel Miguel Iglesias participan heroicamente en la batalla de Chorrillos.

Más tarde, un tercer batallón de 500 hombres, que se preparaba para partir a órdenes del coronel Alfredo Coret, es disuelta. Había llegado la fatal noticia de los desastres sufridos en las batallas de San Juan, Chorrillos y Miraflores. Equivocadamente las autoridades al parecer creyeron que ya nada había que hacer. El gran problema para la región era la distancia. Las informaciones no solamente llegaban muy retrasadas, sino hasta distorsionadas.

Chile había invadido Lima con furia y venganza.

En la selva se han dado muchos e interesantes casos de patriotismo, durante la guerra con Chile, a pesar de las distancias y faltas de medios de comunicación: pundonor, valor, coraje y renunciamiento a la vida por la patria, que la historia regional debe recordarla siempre, para que sirva de permanente ejemplo a las generaciones del presente y del futuro. Un joven francés de nombre Pedro Dugué que había llegado a Iquitos de secretario del Marquez de Tilly, Conde Tourón, en circunstancias que un batallón de voluntarios, al mando de Miguel Noriega, se embarcaba con destino al frente de guerra, se presenta y pide ser incorporado en las fuerzas loretanas. Quiero enrolarme en las fuerzas loretanas para ir a defender al Perú. Dijo en su castellano aprendiz al jefe del batallón. El joven francés, peleando heroicamente con el grado de sargento, entregó su vida en la batalla de Miraflores.

El riojano don Francisco del Castillo, con los años cargados y la salud quebrantada, embargado de profunda emoción patriótica y expresando su pesar de no poder hacerlo personalmente, se presenta al jefe del batallón Cazadores de Piérola, mientras la tropa disciplinadamente se preparaba en la Plaza de Armas de Rioja, para partir hacia Lima, y dice, “vengo a pedir el enrolamiento de mis dos únicos mellizos: Tomás y Faustino para que vayan a defender la patria, Yo, por mi salud y los años que tengo encima, no lo puedo hacer a pesar mío” recalcó al oficial jefe del batallón.. Los dos hermanos murieron el 15 de enero de 1880, combatiendo en la batalla de Miraflores.

Setecientos cuarenta hombres debidamente registrados había aportado la Amazonía para la guerra del Pacífico. Son numerosos los que envueltos entre los paños del bicolor nacional dejaron regada su sangre y huesos en los campos de batalla, formando el batallón de los soldados desconocidos.

El 25 de mayo de 1880, el moyobambino Guardia Marina Emilio J. San Martín, en el combate del Callao, entre los buques chilenos “Guacolda y Janequeo” y la peruana ‘Independencia”, comandada por el teniente de marina don José Gálvez, el marino loretano legó a la posteridad ejemplo de coraje y pundonor. La Independencia por efectos de un torpedo, empezaba a hundirse y José Gálvez gravemente herido, seguía dirigiendo el combate. El ¡oretano en esas circunstancias que se hundía su buque, estudia y ensaya cuidadosamente los hilos eléctricos y en un arrojo de valentía y coraje, frío e imperturbable, prepara su revólver y dispara sobre el torpedo de cien libras de dinamita que llevaba su nave.

Las dos naves contrincantes, peruana y chilena, mortalmente averiadas, comienzan a ser tragadas por el Pacífico, mientras su olas se batían, en señal de bienvenida a los valientes soldados peruanos que entregaban su vida por el honor de la patria. Allí se hallaba también el practicante de medicina Manuel S. Ugarte. Todos ruedan a los abismos del mar en apuesta y atrevida acción. En minutos, el inmenso océano se convertía en digno sepulcro de tan valerosos hombres, entre ellos el guardia marina loretano..

Francisco Vásquez, joven adolescente de 17 años y huérfano de padre. Era de Moyobamba. Aprovecha las tinieblas de la noche y fuga de su casa. Momentos antes, una columna había partido de Moyobamba con dirección a Rioja, en tránsito hacia Lima. Eran las ocho y sin más provisiones que una alforja vacía sobre los hombros y desnudos los pies, apresuradamente toma el camino y da alcance a la tropa. Pide integrarse y marcha con destino a la guerra. Meses después, también ofrenda su vida en la batalla de Miraflores. Una bomba enemiga lo había destrozado su cráneo, sin embargo tuvo tiempo antes de expirar para decir: !Viva el Perú, Viva Loreto carajo!.

En la batalla de San Juan, ofrendan su vida entre otros loretanos, el teniente de artillería Adolfo Gómez Montalván y el de infantería de ejército Julio Bellido. En la batalla de San Francisco los sargentos primeros, Agustín Matute, Santos Rengifo y Juan B. Jaña. En la batalla de Tarapacá - 27 de noviembre - el subteniente del batallón Puno No. 6, Fructuoso Hernández y los sargentos primeros, José Reyes Beltrán, Francisco y Manuel Díaz, ambos de la Escuela de Clases. En Miraflores, los oficiales Pablo Moritalván y Enrique Fuerra. De Lamas, en la batalla de San Juan: Juan de la Mata Sandoval y José Nicolás Gómez y Pérez. En Miraflores, los soldados Abel Trigoso y Abrahám Saldaña. En diversas batallas los soldados Jesús Vásquez, Juan José Rengifo, Manuel Lozano, Juan de Dios Tuesta y Juan de Dios Ruiz.

De Morales, provincia San Martín, los soldados Hildefonso Dávila y Liberato Arévalo. En Miraflores Abel Arévalo. Del Ucayali, en la batalla del Campo de la Alianza, el soldado Carlos Herrera. De Iquitos, en Miraflores, los soldados Francisco Eladio Manzanares y Pedro Torres. De Saposoa, en San Francisco, los soldados Santos Rengifo y Santiago Silva. En San Juan, Abelino Rengifo. De Yurimaguas, en Miraflores: Espíritu Salinas y en San Juan, el soldado Pedro Toreros.

De Moyobamba, en el combate naval del Callao, el Guardia Marina Emilio J.S. San Martín. En el Campo de la Alianza, el teniente Julio César Cárdenas. En San Francisco, Agustín Matute, Pedro Rengifo, Cosme Damián Rengifo, Felipe Rengifo, Federico Estrella, Juan de Mata Valera y Manuel Muñoz. En Tarapacá, Francisco Fachín y Francisco Díaz. En San Juan, el teniente Julio Bellido y los soldados Adolfo Gómez Montalván, Fernando Rengifo y Biviano Perea. En Miraflores, el subteniente Francisco Milliari, Pablo Montalván, Juan Bardales, Francisco Charpentier, Enrique Guerra, José Mercedes Rengifo, Martín López, Francisco Vásquez y Salmón Mesía.

En diversos combates: Toribio Ochoa, Tomás Mejía, Francisco Peña, Eugenio Olórtegui, Pasión Sánchez, Francisco Arévalo, Carlos Petroviz, José del Carmen Rodríguez, Antonio Mori, Juan José Vargas, Santiago Vela, Juan Guerra, Esteban del Águila Rengifo, Juan José Álvarez. De Soritor, Isaac Noriega y de Calzada, Anselmo Navarro.

De Rioja, en la batalla de Tarapacá, el subteniente Fructuoso Hernández, Emiliano Castillo, Tomás Castillo y José Reyes Beltrán. En San Juan, Julián Rodríguez, Fernando Sánchez, Bonifacio Rodríguez y Nicolás Reátegui. En Miraflores: los soldados Froilán Po.rtocarrero y Gregorio Maldonado. En diversos combates, Eleodoro Mozombite, Inocente Hidalgo, Pedro C. Valera, David y Miguel Moncada, José Teronco y Teodoro Guerra. De Tarapoto, en San Francisco, los soldados Juan B: Jaña y Juan Rengifo. En diversos combate, los soldados Nicolás del Aguila, Dionicio Angulo, Domingo Arévalo, José de la Paz Sánchez Alonso, Juan Arévalo y Melchor Rubio.

El 9 de agosto de 1905, la Sociedad Unión Loretana, presidida por Leonardo Velázquez, autorizados por el Alcalde Cáceres, levanta en Iquitos, un monumento destinado a perennizar y honrar la memoria de los héroes amazónicos caídos en la infausta guerra del Pacifico.
AUTOR:
VALDEMAR SORIA RODRIGUEZ. "CRONICAS DE LA SELVA¨. MUNICIPALIDAD PROVINCIA DE CORONEL PORTILLO. Instituto de Investigaciones y Apoyo al Desarrollo de Ucayali. IIADU.Edit. Libería Imprenta JV EIRL. 1997.pp.51-61

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